Quizás en algún momento hayas
escuchado a tu hijo decir algo así: “Tengo derecho a esto y no me lo puedes
quitar” También te puede sonar esta frase: “Quieren tener todos los
derechos del mundo, pero ningún deber… así nos va”
Tienen derechos.
Los niños, niñas y adolescentes
tienen derechos, sí. Fueron aprobados en una Convención de las Naciones Unidas
hace años y la mayoría de los países se han ido comprometiendo a garantizar su
cumplimiento.
Son unas normas protectoras que
contemplan que infancia y adolescencia también tienen derechos humanos.
Los niños no son proyectos de personas adultas que ya tendrán derechos humanos,
sino que ya los tienen.
Las niñas tienen unas necesidades
(físicas, emocionales, sociales, cognitivas…) a resolver y han de contar con
unas condiciones adecuadas para desarrollar sus competencias de vida en bienestar.
Y en diferentes dimensiones (con salud, vivienda, familia, educación, tiempo de
ocio, deporte, juego y descanso, identidad… en igualdad, sin violencia,
pudiendo opinar…)
Al depender de las personas
adultas para satisfacer sus necesidades, hay que garantizar que padres/madres,
tutoras, profesorado, personal sanitario etc se responsabilicen de
atenderles adecuadamente. Y los gobiernos y otros organismos deben velar
porque tengan los recursos económicos, formativos, sociales, de salud… para que
puedan hacerlo bien y si no es así, tomar medidas.
Esto implica, por ejemplo, que
las niñas no son “propiedad” de sus familias, de otras personas o
recursos y no pueden educarlas o criarlas de cualquier manera. Han de hacerlo
desde modelos de Buentrato.
Digamos que el enfoque de
derechos de la infancia marca las reglas para que, en una sociedad, los niños
puedan tener un bienestar integral y no se cometan injusticias,
discriminaciones o violencias hacia ellos.
Los derechos y los deberes
Contemplar que las niñas tienen
derechos no implica que tengamos que meterlas en una burbuja hiperprotectora o
que todos sus deseos tengan que ser cumplidos. No va por ahí el concepto de
derecho de la infancia.
Por ejemplo, una cosa son los
deseos y otra las necesidades. Yo puedo tener el deseo de comer 4 bollos pero
no es la manera de satisfacer la necesidad de hambre. Yo puedo tener el deseo
de divertirme tomando alcohol pero no es la manera de satisfacer la necesidad
de entretenimiento o gestión emocional. Tendremos que contemplar las
necesidades de fondo de nuestras hijas para ayudarlas y eso no implica dejar
vía libre sin más a deseos que supongan perjuicio para su bienestar o el de
otras personas.
Hemos de recordar que una de las
principales competencias de vida que hemos de fomentar es la autonomía.
Las familias tendremos que crear un marco de amor que incluya afecto y
disciplina positiva para estimularla. Dejarles que afronten algunos retos
solos, poner límites a algunas cosas (porque son peligrosas para su salud,
porque faltan el respeto a otras personas o porque implican sobredependencia ),
dejar que tomen ciertas decisiones, que aprendan de algunos errores (siempre
desde cierta seguridad) y que vayan aprendiendo a gestionarse emocionalmente,
incluso con la frustración. Siempre reconociendo sus esfuerzos y acogiéndoles
afectivamente en cualquier caso.
Promover su autonomía tampoco
quiere decir que les “hagamos duros” sin contar con nuestro amor y aceptación
incondicional. No quiere decir que practiquemos una disciplina autoritaria o
incluso con manifestaciones de violencia. Ahí nos alejaríamos del objetivo del
Buentrato que implican los Derechos de la Infancia.
Una competencia de vida
fundamental es la propia responsabilidad y el respeto. El respeto y
cuidado hacia otras personas, hacia el planeta y hacia sí mismas. Ahí estarían
también sus “deberes” y hemos de potenciar esa responsabilización de manera
ajustada y progresiva.
Derechos y Bienestar
Los derechos de la infancia y
adolescencia persiguen en última instancia el desarrollo en bienestar y podemos
reflexionar también sobre el sentido que damos a la palabra Bienestar.
Hoy en día podemos sumarnos al carro de contemplarlo como la acumulación o
consumo a lo grande y constante de cosas, actividades, alimentos, sustancias,
pantallas…que dan una subida rápida de “placer” Y el bienestar que deseamos
para nuestros hijos quizás tenga que ir por otro lado. Sobre todo, porque
agotamos recursos del planeta, los distribuimos mal y aparecen con más
facilidad problemas de salud como obesidad, adicciones o relacionados con la
imagen y el autoconcepto.
Tendremos que fijarnos también en
aquellas dinámicas que, sin querer, inconsciente o indirectamente, pueden
derivar en cierto no buen trato hacia las niñas. A veces tienen que ver con
nuestro hacer directamente y otras veces con la estructura socioeconómica que
no ayuda. Pensemos en el grado de malestar que podemos generarles cuando les
colocamos en medio de situaciones de pareja de gran conflictividad, cuando no
podemos tener tiempo para ellas, cuando nuestro estrés ante la precariedad
económica nos pone en estados emocionales inadecuados para la crianza, cuando
no encontramos o no usamos recursos de salud mental, cuando se ven inmersas en
procesos judiciales que no contemplan su vulnerabilidad… Tomar conciencia es el primer paso y en todo
esto es importante que las familias contemos con medidas para cambios en la
estructura, recursos de ayuda, y podamos generar dinámicas de autocuidado y
cuidado mutuo con otras personas que nos ayuden.
Pero volvamos al título del
artículo. Cuando nuestra hija nos hable de sus derechos, aunque sea en un
intento de “salirse con la suya”: ¡escuchémosla! Escuchemos qué puede
haber detrás de esa frase. Detrás de su “deseo” puede estar la necesidad de ser
autónoma, de “reivindicarse” como persona con criterios, la necesidad de
recibir “límites”, la necesidad de ser escuchada, la necesidad de tiempo de
relación, la necesidad de expresarse emocionalmente, la necesidad de recibir
ayuda, la necesidad de que la ayudemos a tomar conciencia de cosas, valores o
principios…
Tendremos que reconocer sus
necesidades de fondo, validar sus emociones y buscar las soluciones
desde cierto pensamiento crítico. Y, dentro de ello, marcar los límites que
consideremos, negociar o posibilitar su petición.
En cualquier caso, sería
interesante que puedan conocer el sentido real del concepto “derecho”,
lo que implica y la dimensión de responsabilidad que trae. Responsabilidad
para nosotras madres que hemos de procurar protección y bienestar (y eso
implica a veces decir no, otras sí y otras, “vamos a verlo”) Y responsabilidad
para ellas en la construcción de su autonomía, cuidado de otras personas y
autocuidado. Porque si cumplir un “derecho” mío implica “atacar” el derecho de
otra persona, “hacerme daño” o “no aprender algo importante para mi autonomía”,
tendríamos que revisarlo. En el caso de las adolescentes, por ejemplo, trabajar
el concepto real de la palabra libertad también es muy interesante.
Y podemos aprovechar situaciones
cotidianas o noticias para abordar algunos derechos, valores, principios
…Por ejemplo, derecho a la salud (también a la salud mental), derecho a vivir
en paz, derecho a que te traten sin violencia, derecho a la inclusión …
El bienestar que promueve el
enfoque de derechos no tiene que ver con esa “acumulación” de la que hablábamos
antes, sino con sentirse seguro emocionalmente. Y para ello, es
necesario estar en un espacio físico seguro y, sobre todo, contar con relaciones
seguras en las que no haya violencia ni discriminación. Preguntarles
cuándo, cómo, dónde se sienten seguras, buentratadas puede ser interesante…En este vídeo de
BBKFAMILY algunos niños y niñas nos lo cuentan https://youtu.be/fNND1w2LqQ8
Los niños, niñas y adolescentes
necesitan conocer sus derechos. En casa también se los podemos contar,
abordando la dimensión que hay en ellos. El Ararteko tiene algunos materiales
que pueden
ayudarnos a ello:
https://www.ararteko.eus/RecursosWeb/DOCUMENTOS/1/0_3532_3.pdf
https://www.ararteko.eus/RecursosWeb/DOCUMENTOS/1/1_3532_1.pdf
Por último, plantear que educar
en derechos y desde el Buentrato es responsabilidad de todos, también de
la familia. Educar en principios como la no violencia, la no discriminación y
potenciar la autonomía es básico para ello. También es muy importante ayudar a
que nuestros hijos creen una especie de “reservorio” de herramientas y fórmulas
que les fortalezcan emocionalmente. Por ejemplo: saber cómo identificar,
expresar y gestionar emociones, tener sentido del humor, introducir elementos antiestresantes
sanos en el día a día, saber cómo pedir ayuda, a quién pedir ayuda, qué es
querer bien/querer mal, manejar positivamente los conflictos, participar desde
la solidaridad en proyectos…Y todo ello desde nuestro afecto, el pasar tiempo
juntos, el reforzar el sentimiento de familia, el contar con una red de
personas que nos ayudamos mutuamente…
Y en este sentido, os animamos a
hacer este pequeño taller en casa “La fórmula del Buen Trato” en el que podréis
descubrir qué momentos, acciones, actitudes mutuas son las que os hacen sentir
más seguras en la relación familiar.
Español:https://youtu.be/0N9n3s4kYZc
Euskera: https://youtu.be/IHfCtu3mfIw
El 20 de Noviembre se celebra el
día de los Derechos de la Infancia pero éstos han de estar presentes todos los
días del año. Desde su comprensión amplia, hemos de trabajar en familia y
sociedad por ellos. Y, por supuesto, la
clave como siempre es dar ejemplo, modelar y vivir desde el Buentrato.
Recursos:
- "Guía para trabajar los Derechos de la Infancia" en familia. Ayto de Móstoles https://sensibilizamostoles.com/ficheros/Repositorio/Doc1545101320232930313334.pdf
- Cuento Derechos y Deberes Cesar Bona Editorial Beascoa